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LA HISTORIA DE LA FREGONA
Por Manuel Jalón Corominas

3.- Lo pinta usted muy negro. ¿no estará exagerando?

En absoluto. Voy a reproducir textualmente párrafos de algunas cartas de las muchas recibidas con el tiempo.

Joaquín Gálvez Pomares, joven médico de Orihuela, me escribía desde Tegucigalpa donde se encontraba especializando en odontología y se interesaba por la fabricación de fregonas en Honduras. "… " recuerdo que yendo con mi padre, médico, cogido de la mano porque era muy pequeño, por el pueblo de Santa Pola en Alicante, me señaló desde lejos una mujer que se acercaba con movimientos extraños, y me dijo: "Ves el resultado de haber sido fregona, arrastrándose por el suelo recogiendo inmundicias. Con el aparato que ahora llamamos fregona ya han desaparecido estos problemas". Después seguía: "el primer resultado de fregar de rodillas era la bursitis de rodilla como defensa del organismo ante la presión constante del cuerpo sobre las rodillas, a la que seguían la artritis y la artrosis, para terminar con deformaciones de la columna vertebral, citosis, lardosis y escoliosis, amén de hongos y heridas en las manos" ."

Pilar Palmarola Viuda de Feliu, me escribió a sus ochenta y dos años desde la Residencia María Reina de Pedralbes, Barcelona: "… no se puede imaginar la cantidad de veces que quería expresarle mi agradecimiento… trabajaba en una clínica y las chicas de faenas las veía sucias y andrajosas, arrastrándose por los suelos con las rodillas y las manos desgarradas. A los dos días de llegar sus fregonas se transformaron, venían limpias y arregladas. ¡Que diferencia! Dios le pague el bien que nos ha hecho… Gracias, gracias, gracias."

Francisco Javier Inglés Falceto, me escribió desde Carabanchel Bajo, Madrid: "… siendo un chaval de catorce años, un hermano mayor que residía en Madrid vino a visitarnos a Albacete, allí por los años 70, y trajo a mi madre una fregona Rodex de las primeras que tenia rodillos de madera y cubo de chapa. Sin darme cuenta di gracias a Dios y al fabricante pues siempre sufría de ver a mi madre tirada por el denigrante suelo…".

Pascual Mateo, sacristán de la Parroquia de Santiago de Pamplona, me envió una de las primeras cartas manifestando su satisfacción por la aparición de la fregona, de fecha 12 de marzo de 1958: "… mi agradecimiento por el gran invento que para mí supone el objeto de limpieza que ha sacado usted al mercado, por lo que todo aquel que como yo se dedique a la limpieza, le tendrá en su mente por el gran adelanto que para nosotros supone… para mí, el summun de los inventos. Ya pueden darme grandes iglesias que con su invento me atrevo a toda clase de limpiezas".

Y entre otras muchas, una carta que refleja cómo la fregona vino a iniciar la liberación de la mujer. El Tinte Moderno, S.A. de Madrid, calle Lérida, 8, nos escribió el 10 de junio de 1961: "… su lavasuelos Rodex ha conseguido transformar este trabajo rehusado por todo el personal, tanto el masculino como el femenino, en un trabajo tolerado y aun aceptado de buena gana, puesto que la mujer no necesita arrodillarse en el suelo ni mojarse las manos y el hombre tiene la impresión de realizar un trabajo de gran rendimiento.

Y una maestra cuya carta no tengo ahora a mano, nos contaba cómo le daba vergüenza fregar en postura tan ancestral y sólo fregaba el suelo cuando no se encontraban en casa su marido ni sus hijos.



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